Con la venia
Con la venia señoría me ordenáis hablaros en vuestra egregia española
lengua y pues lo haré en ese roman paladino con el que suele la gente hablar con su vecino en esa fría meseta
castellana que os habita personalizando de entrada en su señoría si me lo
permitís a la judicatura toda y haciéndolo sin reparo como cotitular que soy de la justícia de la que los jueces solamente sois los administradores de manera que
entenderéis que ni el tono ni el contenido de este discurso no sea petitorio
sino exigente aun sabiendo que tal formato no os place ni es el que soléis atender malacostumbrados como estáis a exigir
acato mas sí señoría digo exigente porque en nuestro
tácito contrato se determina que esa labor de administrar justicia la habéis de
desempeñar con independencia responsabilidad y sometimiento a las leyes y
asisto con asombro generador de irritación y enojo génisis de desapego a una
creciente y ahora ya insoportable retahíla de sucesos por decirlo de formal
manera que cuestionan radicalmente la independencia judicial sin la cual el
edificio de la justicia se derrumba huérfano de sus cimientos provocando que
las restantes piezas del estado de derecho vayan desmoronándose como esas
piezas de un tablero que hábilmente colocadas unas junto a las otras van
cayendo todas ellas de una en una al ser abatida la primera provocando la ruina
del montaje como vuestra parcialidad demasiadas veces manifiesta demasiadas
veces sospechada está provocando la quiebra de la imprescindible confianza
ciudadana que vuestra labor requiere y de la que ahora adolece en extremo tal
que exige una purificadora y radical catarsis que regenere la institución que
depure sin ambages cuantas personas sea menester y que genere ex novo una
legislación que garantice vuestra independencia y os aísle y desvincule de los sujetos
que ostentan los poderes político económico policial militar y de cuantas
perversas influencias estáis siendo objeto aunque no víctima pues nada ni nadie
os obliga en su caso a soportarlas de manera que es lícito que pensemos que os
recompensan siendo así que devenís tan culpables como ellos y ellos tan reos
como vosotros de cuyo colectivo quiero excluir pues no hacerlo sería injusto al
sin duda numeroso conjunto de jueces y magistrados que ejercen su labor con
probidad y justicia aunque su oscura labor no florezca empañada por la vuestra pues el pueblo se afana en
vituperar al canalla antes que en alabar al noble y al honrado y no sin razón
por cierto pues considera que el quehacer de los jueces justos es el normal exigible y
esperable en un servidor público más siendo juez en quien la justicia ha de
manifestarse sin necesidad de recurrir a la estrategia del tolstoyano bauakas porque decidme señoría y
no me interrumpáis pues en realidad soy yo el titular del señorío acaso puede el pueblo esperar justicia de la parcialidad
acaso no es exigible a un juez no solo que sea imparcial sino que además lo
parezca pues como la mujer del césar ha de estar por encima de cualquier
sospecha y no estándolo y solo por ello césar decidió divorciarse de pompeya de
manera que la apariencia de parcialidad tan frecuente tan recriminable tan
execrable en tantas y tantas resoluciones judiciales arroja sobre la administración de justicia
toda un ominoso lastre del que aun con esa catarsis a la que ya me he referido
será difícil sino imposible librarse durante varias generaciones con lo que
espero que no impunemente habréis malbaratado buena parte de la herencia de
valores que tenemos la obligación de dejar a nuestros hijos y a nuestras hijas
a nuestro nietos y nietas y al planeta mismo pues como dicen los defensores de
la teoría gaya entre los que me encuentro nuestro planeta es un todo y cuando
recibe cualquier agravio lo recibimos todos y cuando lo recibimos algunos lo
recibe también el planeta y sí es cierto señoría esta disquisición parece
extemporánea y fuera de lugar pero es que no hay nada más execrable que un juez
parcial nada que exacerbe más los ánimos que un juez impaciente nada que llame más a la insumisión que un juez
que trata de forma desigual a unos testigos según cuál sea la parte que los ha
propuesto nada que incite mas a la
sublevación que soportar la soberbia de un juez
nada que irrite más que la desconsideración de vuestros cómplices fiscales durmientes nada en fin que mueva más al desacato que conocer una
sentencia absolutamente injusta como la que sin duda tenéis ya pergeñada contra
estos presos políticos que os habéis atrevido a juzgar y de los que habéis
recibido una lección de dignidad que recordareis hasta más allá del día en que seais llamados a levantaros de vuestras tumbas en las que sin duda no habréis podido
Requiescere In Pacem
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imatge del llibre "Jueces pero parciales" de A. Doñate i C.Jiménez |
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